31.12.15

Escribir lo cotidiano. Día 31/100

El tiempo le quita las capas superiores a las cosas. Deslava, descubre, erosiona. Por ejemplo, hay un corazón en mi cuadra, hecho de banqueta, pasos y tiempo. Al movernos esculpimos el entorno.

28.12.15

Escribir lo cotidiano. Día 30/100

Una caja de cartón es una casa, un tren, un submarino; un túnel y una caja de mago. Es una lancha y una cueva del tesoro. Una nave y un avión. Todo esto una misma tarde, con dos tripulantes, junto a un arbolito de Navidad.

22.12.15

Escribir lo cotidiano. Día 29/100

Estos elogios no estarían completos sin la celebración por la vida de mi Nana y Tata. Hace unos días fue la celebración de su cumpleaños número 90. Aunque lejos geográficamente, sus enseñanzas están siempre conmigo. Él, fuerte, trabajador y generoso. Ella, siempre con un consejo sabio, una casa abierta para todos. Las bases fuertes de un árbol frondoso y que da sombra.

14.12.15

Escribir lo cotidiano. Día 28/100

Aprendemos a leer mucho antes de descifrar letras escritas. Aprendemos a tener cerca esos objetos llamados libros, a saber que sirven para algo, a conocer su forma física y la interacción que puede haber alrededor de ellos. Observamos el uso que otras personas hacen de ellos y el valor que le dan, cómo interactúan con ellos. A veces, si tenemos suerte y personas conscientes alrededor, podemos probarlos y hasta masticar sus páginas, escuchar cómo se rompen sus hojas y luego aprender cuando nos dicen que si los rompemos, ya no podremos disfrutarlos. Aprendemos que dentro de sus páginas, de alguna forma mágica que todavía no alcanzamos a comprender, hay historias y personajes, pláticas y emociones que pueden compartirse.
Todo esto lo sabía en teoría, como un dibujo blanco y negro que se ha ido coloreando de brillantes colores conforme han crecido mis A mayúsculas.
(Para este elogio, tomo prestada la foto que Paco Mufote tomó de Ámbar en una actividad de lectura que tuvimos en la Garita Tijuana-San Ysidro).

10.12.15

Escribir lo cotidiano. Día 27/100



Hay días, la mayoría, que parece que lo que escribo se queda suspendido en una hoja, en una pantalla o en un libro, como diálogos personales que fueron y que siguen repitiéndose en monólogo por ahí. A veces, hacen eco en algún interlocutor dispuesto a entrar a ese mundo. No puedo más que estar agradecida por eso. Esta postal la reencontré entre lo que me traje de La Habana. "Qué bello y necesario 'Ciudad A'"

29.11.15

Escribir lo cotidiano. Día 25/100.

Una noche desperté con una revelación que había descubierto en un sueño. Era una metáfora aparentemente muy simple, que tenía que ver con la utilidad de una engrapadora y con la importancia de engrapar las hojas sueltas. Además de ser eso una respuesta de verdad muy importante y vital para mí en ese momento, me di cuenta que mis símbolos cotidianos estaban siendo no los que yo quería, sino objetos tan banales y godinez como una engrapadora. Entonces le comencé a tomar un cariño más conciente a las cosas que habitan los escritorios. Imaginé que así como los arquetipos del tarot revelan tanto de la vida, se podría seguramente leer la presencia de alguien a través de los objetos que lo rodean, cualesquiera que estos fueran. Y que esto tenía que ver no tanto con una ciencia oculta, sino con lo que llamamos naturaleza.
Fue un momento en el que de pronto todo tomó un lugar y un orden. Recordé que eso ya lo había sabido antes, pero que hace tiempo que no me asomaba a esa otra capa de aprendizaje paralelo y por eso había olvidado que mi existencia tenía muchas más dimensiones que las que había elegido como cotidianas.
De alguna forma los clips me recuerdan ese momento. Es todo eso y es solo un botecito imantado con clips también. Thank you, clips for being as staples for people who can't commit, como dijo Jimmy Fallon.

19.11.15

Escribir lo cotidiano. Día 24/100

El punto de partida es la conciencia. Luego la sombra se hace presente y toma la voz del cuerpo. Leemos atentas, en el círculo en el que hemos aprendido tanto. 

18.11.15

Escribir lo cotidiano. Día 23/100

Afortunadamente se puede regresar a casa en vida al encontrarte con personas que nacieron del mismo árbol estelar. Miércoles de chicas, de risas y viaje al lugar permanente en el que no hay tiempo. La fortuna de acompañarnos en este viaje y vernos cambiar y ser las mismas. Aire fresco y endorfinas para el alma.

17.11.15

Escribir lo cotidiano. Día 22/100

Una pasta con crema de espinacas fue mi nuevo camino neuronal y gastronómico del día. Escribo a destiempo, cuando ya lo probé y supongo que entre más lo haga me saldrá mejor. Todo empezó con el reencuentro con una revista de recetas.
Supongo que hacer algo nuevo es recordar el amplio mapa de posibilidades no exploradas.

16.11.15

Escribir lo cotidiano. Día 21/100

Es sólo un plato que tiene piedras, pero es también todas las piedras que me gustan y me han gustado, aunque no se parezcan específicamente a estas.
Hoy recordé una de las primeras mochilas de mi vida, cargada de piedras bonitas que recogí del patio de la escuela.

15.11.15

Escribir lo cotidiano. Día 20/100

Recibir, aceptar, cobijar, hacer sentir bien, mimar, abrir la casa, ocuparse del otro, ver cómo está el otro y qué necesita, compartir lo propio, interesarse por el otro, mostrar lo propio, establecer un diálogo, estar cómodo con el otro, compartir con curiosidad el tiempo, conocer con apertura, disfrutar la presencia, jugar y hacer parte. Hacer saber al otro que está en casa.
Este fin de semana Ámbar me enseñó/aclaró con su generosidad lo que es la hospitalidad, este concepto tan importante en el fomento a la lectura y en la vida cotidiana. Recibió a Hu en su vida con toda atención en el sentido más bonito de la palabra.

14.11.15

Escribir lo cotidiano. Día 19/100

Una tos de varios días nos llevó el sábado en la noche a una farmacia. Al bajar del carro, estaba en la banqueta un gatito asustado, perdido, huyendo de los pasos apurados de la gente. Le hablé y me siguió, aunque con desconfianza. Después de pasar a la farmacia, al regresar, el gatito ya estaba en el carro. Ámbar lo acariciaba y lo tapaba con una cobija. Arvo estaba emocionado. Nos lo llevamos a casa para no dejarlo solo ahí. En el camino, el gatito prendió el motorcito y se quedó dormido en mis piernas. Esa noche le llamamos Yoko (esa mañana R lo había bautizado sin conocerlo) pero ahora su nombre es Hu. Esa noche (sábado), podría llamarse también efecto mariposa. Pero también es sólo sábado.

13.11.15

Escribir lo cotidiano. Día 18/100

Vistas desde lejos, las ciudades y las estrellas se parecen. Tal vez todo lo que existe, acomodado a cierta escala podría tener la apariencia de ciudad o de constelación.
Desde la ventanilla del avión, al mirar hacia abajo las calles no existen. Son parte de lo negro.
Desde abajo, en una calle alguien podría dar muchos pasos, cansarse incluso, detenerse, encontrarse a alguien más, encontrar la muerte. En la escala en la que la calle existe podría hacer una fiesta, leer un libro o platicar con alguien.
En mi antebrazo derecho, por ejemplo, tengo una constelación que no es ni ciudad ni estrellas. En lo negro seguramente hay calles y seres que se conocen y ven las estrellas.


12.11.15

Escribir lo cotidiano. Día 17/100

Un momento en la vida de una persona desconocida. No sé lo que hacía. No sé si se percató de mi intrusión. Dos días seguidos lo observé de paso, sentado frente a su mesa sin tiempo. Enfocado en un hacer silencioso, parecía provenir de otra época. Me gustó la idea de que esa ventana tal vez era un pasadizo a otro tiempo. En realidad esa ventana y cualquiera otra lo es.

11.11.15

Escribir lo cotidiano. Día 16/100

No fue sólo Simic y la agenda 2016 de El Principito. La invitación de Toño Ramos a la presentación de su libro "Los últimos muertos", implicó conocer mi librería casi ideal: la del Centro Cultural Elena Garro. (Suspiro) y volver a tomar agua de fresa en Coyoacán.
A lo largo del día estuve observando los árboles. En esta ciudad de prisas me parecen todavia más sabios y maravillosos. El tiempo de un árbol es alargado, luminoso. En medio de estas calles son paréntesis y espejos de lo posible. 

10.11.15

Escribir lo cotidiano. Día 15/100

La unión lápiz-corazón ha sido representada en estos días de muy diversas formas a través de muchas voces y escenas. Aqui, el autor e ilustrador Gusti, compartió su experiencia sobre el poder del dibujo y la escritura en su vida. Podría resumir este viaje con su frase.

9.11.15

Escribir lo cotidiano. Día 14/100

La dedicatoria más bonita en la historia de los autógrafos que he pedido. Hace poco hablaba con R sobre la improvisación y hoy la presentación del artista francés Hervé Tullet fue una continuación a esta conversación. Círculos que se convierten en flores, garabatos que se convierten en platos y paseos en la hoja que se vuelven ciudades. Él hace libros para niños que cautivan a personas de todas edades. Me encantó su forma de trabajar con todo lo que sucede en el momento. Su invitación a fluir, tan viva, tan divertida. Les recomiendo sus libros. Este que me firmó-pintó es "Diviértete. Talleres de arte con Hervé Tullet". Como él dijo: son libros que desencadenan las palabras, espacios blancos para interpretar, diálogos de libertad".

8.11.15

Escribir lo cotidiano. Día 13/100

La vez anterior que vi nubes como estas desde una ventanilla como esta, fueron el preludio de fuego en el ala al aterrizar de regreso de La Habana. Fue hace 6 meses y todavía a veces recuerdo esa sensación de estar atrapada en ese avión, de pensar en mis hijos como si tal vez no los pudiera volver a ver, de abrazar a R y llorar de miedo. Hoy veo la nubecita y me doy cuenta que aún en tierra, caminando, manejando o en cualquier parte podría tocarme morir. Celebro que aquí estoy escribiendo esto. Cuando toque, tocará. Y ojalá que la muerte me encuentre muy viva y de preferencia dentro de muchos años.

7.11.15

6.11.15

Escribir lo cotidiano. Día 11/100


Hoy, 2 pm, banco céntrico con varias filas largas, aglomeradas en el interior. Parecía entrada a concierto, pero sin las caras de emoción de los que van a ver a su cantante o grupo favorito. Me aproximé, sabiendo que me esperaban por lo menos dos horas de ver transcurrir los numeritos en la pantalla. Durante ese tiempo escuché puras quejas y a personas desesperadas por la ineficiencia. Ya estaba yo toda harta cuando decidí aprovechar el tiempo para observar todo lo que me fuera accesible. Ya tenía como una hora y media y pasé a la primera ventanilla. Me mandaron a la siguiente, lo cual significaba otra media hora de espera, por lo menos. Al pararme entre la multitud, me hizo seña uno de los cajeros para que pasara, aunque todavía no era mi turno. Era un muchacho al que unos meses atrás le regresé dinero que me había dado de más por error. Me recibió sonriente y amable. Me atendió con gusto y me dijo "muchas gracias otra vez". Al salir de ahí, me di cuenta que esa buena atención había cambiado en mí la mala vibra que había acumulado durante esa espera.
Cuando me fui, pensé en el agradecimiento y en lo que puede producir. Meses atrás, lo único que hice fue respetar que él era quien debía tener ese dinero de vuelta. Me costó una vuelta extra al banco, hacer varias veces las cuentas y nada más. Ese acto para él significó un gran alivio, porque ya se lo estaban descontando de su sueldo, según me dijo. Aquella vez me dio gusto que me dijera que eso lo hacía creer un poco más en las personas. Lo hice porque me nació y por interesada (creo en los karmabonos y lo tomé como tal). Pensé en las muchas veces que sólo porque sí, no hago lo que considero correcto en alguna circunstancia.
Si entonces el dinero no hubiera desviado su curso conmigo, no habría tenido la oportunidad de hacer algo por esa persona. No me costó nada, y me trajo de vuelta agradecimiento y ahorro de tiempo en esa aglomeración. Y, además, me dio tema para elogiar este día. 


5.11.15

Escribir lo cotidiano. Día 10/100

Diez días y ya me cuestiono si hubo algo especialmente elogiable hoy. Me doy cuenta que llegó la noche y apenas despierto a este día. Lo demás fue una serie de sucesos en los que emití respuestas semiautomáticas. Me doy cuenta de esto al ir manejando de regreso a mi casa en un río de luces (rojas si se va, blancas si se viene). Me cuestiono sobre este afán de elogiar lo que tal vez no tenga nada de elogiable. Corrijo: me doy cuenta que cuando no estoy no puede haber algo qué decir. Lo más vívido de mi día fue precisamente ese trayecto y lo que le siguió al día. Me di cuenta que mi atención es luz dirigible. Aún ahorita (día siguiente) tengo un recuerdo vívido del olor, clima y color de anoche.

4.11.15

Escribir lo cotidiano. Día 9/100

Una buena parte del día laboral lo dedico a papeles. Algunos de ellos representan una acción tangible, otros son pases para hacer algo. Hay entre ellos redacciones para difundir, distribución del recurso para hacerlo, avisos de que algo sí, avisos de que algo no. Papeles que a veces se convierten en puentes hacia lo real. Muchos, nunca llegarán a eso y serán loops de papel bond membretado que penarán por la eternidad oficinesca.
Para qué dedicar algo tan valioso como el tiempo en ello? A veces tengo respuestas. Otras, silencio. O desesperación. Sobrevivir la esperanza entre tanto papel es vivir buscando el punto blanco en la hoja negra, o morir. A veces el punto blanco desaparece y el aire se va por largos instantes. Reaparece cuando tienen un por qué tangible tantas resmas.
Es importante agregar aquí mi afán por registrar: por escrito, en foto. En estos días a través de mi hija Ámbar he recordado ese sentimiento de querer ir a la escuela, de desear tener cuadernos y hacer dibujos-letras en ellos. Tal vez mi gusto por los papeles se remonta a entonces. Me gustan los papeles, mas no el uso altamente burocrático que puede hacerse de ellos.
Lo más triste del asunto es que los papeles asesinos están permeando a la mayoría de las personas: haga su declaración de impuestos, la anual, no la mensual; envíe la solicitud con foto; saque el permiso pero su primera hazaña -nivel de peligro como El Gran Juego de la Oca- será investigar la totalidad de requisitos; decir las cosas por escrito a un personaje fantasma al que tal vez nunca se le verá la cara, aun para realizar transacciones comerciales o hasta para encontrar el amor online.
Es difícil ver lo elogiable en todo esto. Al nadar en la tormenta el nadador aprende. Los ojos que buscan lo blanco de la hoja pueden tener una respuesta. Tal vez consiste en el aferre de creer en casi-imposibles y en lo que nos convertimos después de ello, si no mueres en el intento. Me doy por bien servida por desarrollar la capacidad de distinguir cuando todavía vale la pena dar la batalla. No pido nada jeje.

3.11.15

Escribir lo cotidiano. Día 8/100

Ensenada nos sorprendió con un arcoiris. Trato de recordar hace cuanto tiempo que no veía uno; creo que unos cuatro años. Pienso en los fenómenos del cielo. Y pienso en la aurora boreal. Desde que supe que existían, cuando era adolescente, me prometí que alguna vez vería una.
Tal vez el arcoiris es como la aurora boreal de los nórdicos y tal vez ellos piensan en arcoiris cuando la ven. Muchas veces valoramos las cosas por lo inusuales que son y no por lo que en sí son. Cuando hay un eclipse nos dicen que no se repetirá en equis número de años o que en el cielo se verá un planeta como no se volverá a ver en toda nuestra vida. Entonces, lo vemos y nos asombramos.
Qué pasaría si hubiera nacido todos los días viendo una borealis? Tal vez no le pondría tanta atención. Si no amaneciera cada 24 horas sería uno de los fenómenos más esperados. Si sólo una vez en la vida de una persona se pudieran ver las nubes en movimiento, pagaríamos por verlas. Cada día en lo cotidiano hay sucesos impresionantes, pero se diluyen entre los millones de cosas que damos por sentado. Es más fácil apreciar lo diferente. Tal vez ese es el encanto de viajar.
Volviendo al arcoiris, fue el recordatorio de que ya están aquí los días lluviosos que tanto me gustan. Ya en la noche, en el camino de regreso nos acompañaron relámpagos durante todo el camino.

2.11.15

Escribir lo cotidiano. Día 7/100

Una fuente puede servir para sentarse a platicar. Para imaginar que los peces se acaban de ir. Para preguntarse de dónde viene el agua. Para estirarse y tratar de tocarla. Para cambiarse de lugar alrededor de ella a ver cuál es el lugar ideal para estar. Para sentarse y ver que mucha gente pasa. Para ver a alguien en silla de ruedas y preguntarle por qué va sentado. Para sentir que caen gotas de repente y empieza a llover. Para no correr cuando te percatas que la lluvia arrecia, sino abrir los brazos y tratar de atrapar con la boca una gota, sonriendo.
Todo eso lo hizo un serecito de poco más de 1 metro al salir del cine. Esto sucedió un día en que los muertos visitan a sus vivos. Mientras, en la fuente el agua en constante movimiento, como la vida.

1.11.15

Escribir lo cotidiano. Día 6/100

Hay días en que es bueno saber que hay calle, otras personas deambulando y ver la versión del mundo de los diarios en internet. Hoy no fue un día de esos. Fue más como entrar en mi micromundo y recorrerlo. Hiberné hoy que cambió la hora y que fue un día más largo que otros. Un día a momentos tan activo como cuando voy a la chamba pero con movimiento concentrado en 8 metros cuadrados.
Entre estas paredes, hoy aprendí que la tierra tiene 4 mil 500 millones de años, hice mi propio experimento gustativo para tratar de identificar algún rastro de diferencia entre los Froot Loops de diferentes colores y conocí una caricatura nueva que le gusta a Arvo. Desde aquí, supe del accidente de Luis Miguel Villa y recordé lo frágil que es esta realidad.
Es domingo. Término con ganas de asomarme y ver la luz del día, respirar el aire del jardín ("eso no es jardín, es bosque", dice Tere). Ojalá los astros se acomoden para que mañana siga teniendo esta oportunidad. Y que Luis Miguel se recupere.

31.10.15

Escribir lo cotidiano. Día 5/100.

Una mariposa-ofrenda apareció hoy dentro de la cabaña. Bastet dejó una muestra de agradecimiento que aleteaba con dificultad todavía. Me siguen sorprendiendo los regalos que Bastet nos ha dejado a lo largo de los años: ha habido ratones, lagartijas, pájaros y plumas desparramadas. Al principio, yo que no era una persona de gatos, me asustaba. Ahora me sorprende el instinto que tiene para equilibrar. A un gato difícilmente le puedes deber algo, ni él te deberá nada. Se encarga de ser hermosamente afectivo y de ser también tan independiente que te hace saber que sin ti estará perfectamente bien. No conozco otro ser que le sea tan natural el dar y el recibir, como si de respirar se tratara. He leído que ese es un gran secreto de las buenas relaciones. Y Bastet tiene mucho qué enseñarme de ellas.
Hoy, la primera reacción de Arvo al ver la mariposa fue decirme que si le podía dar un beso, mientras veía que aleteaba un poco. Le dije que sí, pero que se lo diera volador. Luego me dijo que si la podía curar tocándola. Le dije que sí, y la tocó. Ámbar también le dio un beso. Le tomé la foto. Luego la dejamos en el jardín.
Creo que Bastet, Arvo y Ámbar saben de ese ciclo equilibrado que es como inhalar y exhalar. Yo sólo leo sobre ello y los observo como iluminados, preguntándome cómo es que estos tres saben tantas cosas de forma tan natural. A tientas, busco aprender lo más que pueda. En mi ilusión, quiero colaborar para que conserven esa sabiduría. Desde mi ignorancia, trato de aprender de los destellos, apurar el paso para, según yo, tener elementos para guiar a estas A mayúsculas. Era una mariposa, pero también era todo esto. Pensé en lo que doy y lo que recibo, en lo que agradezco. Todo esto sucedió en solo un momento. Luego, seguí haciéndoles desayuno. 

30.10.15

Escribir lo cotidiano. Día 4/100

Acostumbrada a ver más claro por retrovisor, indago estar aquí. Difícil ejercicio para quien hasta le ha sacado provecho literal a la memoria. Escribir es también tomar una caña de pescar imágenes. Me gusta hacerlo. Pero eso tampoco es estar aquí, aunque puede llegar a leerse bonito. 

No sé estar sin hacer. O sin pensar en hacer. Gran parte de mí, hasta ahora, se ha definido por eso. No soy lo que hago, ni lo que quiero hacer. Me gustaría ser escritora en todo el concepto que tengo de esa palabra, pero eso también es un hacer. 

En medio del tráfico pienso en eso. Los árboles son también palabras y pensamientos. Supongo que ellos no tienen una lista de pendientes en la bolsa. Y sólo son, en toda la extensión de lo que imagino se podría ser.

29.10.15

Escribir lo cotidiano. Día 3/100


Ver el mundo por primera vez. Enfocarlo, ponderarlo. Darle un sonido, una palabra. Poco a poco distinguir una cosa de otra. Y seguir aproximándose cada día. Nombrar e ir nutriendo los significados para que crezcan con el tiempo. "Sabes cual es la casa de las estrellas?", pregunta Arvo. Se despierta en la mañana y dice que todos los días se quiere poner un traje de isla. Luego al instante se ríe y se va corriendo para que no le haga cosquillas. Ámbar observa y dice Arvo más veces al día que cualquier otra palabra. Dulce y decidida me enseña todos los días la claridad de cuando se quiere algo sin medida. Quiero que me alcance la vida para abarcarlos, olerlos y abrazarles el alma. Compañeritos de vida. Mis grandes maestros chaparritos.  


28.10.15

Escribir lo cotidiano. Día 2/100

Celebrar el tiempo y contarlo. Darle un número al ciclo, como si fuera posible asirlo. Efímero, mientras tanto, sucede. Mientras hacemos recuentos y planeamos. Frente a las velas de mi amiga, respiro. Que la vida nos deje compartir muchos días como este. 

27.10.15

Escribir lo cotidiano. Día 1/100

De alguna parte viene la energía. Me gusta pensar que a todos nos viene de algún lugar que puede ser ubicado en un mapa. Un lugar que podría cambiar de ubicación en Google Maps, pero que va formando un tejido-historia a lo largo-ancho de la vida. Me gusta pensarlo como un árbol. Y los árboles hay que regarlos.
Este "Escribir lo cotidiano"es una forma de abonar, tal vez. Todo jardinero es un investigador a la vez. Aquí vamos.
 

#the100dayproject
#100daysofwriting  
Gracias, Carolina Chavate




2.10.15

asideros

Busqué y encontré. Se me fueron las palabras que iba a poner aquí. Como si fuera el aire. (Qué bonito que las palabras habladas existen gracias al aire.) Lo casi único bueno de todo es un gran poema que descubrí, entre tanta cosa. Salud por los asideros derrumbados. Buena vida.

25.8.15

Tenemos la misma edad que el universo, porque la materia no puede ser creada ni destruida.

20.8.15

De A a B

Prepárese para un largo camino. Elija una salida. En el perímetro. A menos que quiera viajar hacia el centro. De un hoyo negro. Evite sobresaltos. Al cambiar de renglón. Anúdese los signos. Aclare la garganta. Y vaya a espacio sencillo. Conserve su simetría. Aunque la calle sea esdrújula. Póngale acento y siga.

Tome cualquier diámetro. Saque una tangente. Póngale una estaca.
Probablemente B ya se vislumbra.

(B es lo que usted quiera.)
 

[Poema del libro Ciudad A (Tierra Adentro, 2012), de Paty Blake]

7.7.15

Libro

Entre todo esto, le sigo la pista a mi libro. A las hojas sueltas que imagino que ya son un libro. Le sigo la pista a la estructura, descifro la forma y el discurso. Agregar. Tachar. Subrayar. Circular. Qué es un libro, para qué sirve, para quién es. Un libro es un mapa. Es una carta. Es un post-it. Un despertador. Todo al mismo tiempo.
La semana antepasada armé una versión de mi libro especialmente para que una de mis poetas favoritas lo leyera. Tal vez nunca sabré si lo leyó, pero supondré que sí. No vaya a ser que se me vaya antes de conocerla, como sucedió con Szymborska. 
Un libro también es una carta. Un libro también es una carta sin remitente. Esta va dirigida a todos los osos polares del mundo. La otra se me queda pendiente.
Por cierto, también me gustan los aeropuertos.

22.4.15

Con todas las letras

Cerré la puerta lo más rápido posible. Aparté la mirada y lo que pude de mi cuerpo de esa puerta. Sólo con lo que traía puesto. Sólo con lo que pude tomar inmediatamente. Creo que alcancé a borrar textos y minimizar los archivos abiertos. Arreglé lo que pude con lo que traía en las manos. Me sentí afortunada y triste al mismo tiempo. Me quedé con frases a medias que el backspace estaría todavía borrando.
Entre tanto desastre, veo que dejé algunas cosas. Fotos, carreteras, respiraciones. Regreso a ese desierto ahora lleno de ramas secas. Algunas gotas de agua me recuerdan que hubo vida en ese espacio. Que en mi equipaje express sí iba lo que más me importaba (de algo me han servido tantos viajes). Que efectivamente en la historia de ese espacio alguien, en otro tiempo, apostó todo lo que tenía y asintió viendo de frente, con todas las letras.