31.12.15

Escribir lo cotidiano. Día 31/100

El tiempo le quita las capas superiores a las cosas. Deslava, descubre, erosiona. Por ejemplo, hay un corazón en mi cuadra, hecho de banqueta, pasos y tiempo. Al movernos esculpimos el entorno.

28.12.15

Escribir lo cotidiano. Día 30/100

Una caja de cartón es una casa, un tren, un submarino; un túnel y una caja de mago. Es una lancha y una cueva del tesoro. Una nave y un avión. Todo esto una misma tarde, con dos tripulantes, junto a un arbolito de Navidad.

22.12.15

Escribir lo cotidiano. Día 29/100

Estos elogios no estarían completos sin la celebración por la vida de mi Nana y Tata. Hace unos días fue la celebración de su cumpleaños número 90. Aunque lejos geográficamente, sus enseñanzas están siempre conmigo. Él, fuerte, trabajador y generoso. Ella, siempre con un consejo sabio, una casa abierta para todos. Las bases fuertes de un árbol frondoso y que da sombra.

14.12.15

Escribir lo cotidiano. Día 28/100

Aprendemos a leer mucho antes de descifrar letras escritas. Aprendemos a tener cerca esos objetos llamados libros, a saber que sirven para algo, a conocer su forma física y la interacción que puede haber alrededor de ellos. Observamos el uso que otras personas hacen de ellos y el valor que le dan, cómo interactúan con ellos. A veces, si tenemos suerte y personas conscientes alrededor, podemos probarlos y hasta masticar sus páginas, escuchar cómo se rompen sus hojas y luego aprender cuando nos dicen que si los rompemos, ya no podremos disfrutarlos. Aprendemos que dentro de sus páginas, de alguna forma mágica que todavía no alcanzamos a comprender, hay historias y personajes, pláticas y emociones que pueden compartirse.
Todo esto lo sabía en teoría, como un dibujo blanco y negro que se ha ido coloreando de brillantes colores conforme han crecido mis A mayúsculas.
(Para este elogio, tomo prestada la foto que Paco Mufote tomó de Ámbar en una actividad de lectura que tuvimos en la Garita Tijuana-San Ysidro).

10.12.15

Escribir lo cotidiano. Día 27/100



Hay días, la mayoría, que parece que lo que escribo se queda suspendido en una hoja, en una pantalla o en un libro, como diálogos personales que fueron y que siguen repitiéndose en monólogo por ahí. A veces, hacen eco en algún interlocutor dispuesto a entrar a ese mundo. No puedo más que estar agradecida por eso. Esta postal la reencontré entre lo que me traje de La Habana. "Qué bello y necesario 'Ciudad A'"