30.7.17

"Arena oscura", de Víctor Soto Ferrel

Al maestro, poeta y amigo Víctor Soto Ferrel, lo conocí los últimos años del siglo pasado (decirlo asi le agrega tiempo aunque sea lo mismo que decir que fue alrededor de 1998-1999) en la Escuela de Humanidades, ahora Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales de la UABC en Tijuana, donde impartía clases y se encargaba del Cine-Club, que a la fecha sigue coordinando. En ese tiempo, yo era integrante del Taller de Poesía de la UABC, y al revisar los antecedentes de la entonces revista “Hoja de Poesía” pude leer ejemplares anteriores cuando se llamaba “Hojas”, en la que Víctor escribió, como parte de este extinto taller que duró más de 30 años. En ese tiempo conocí el libro Siete poetas jóvenes de Tijuana, editado en 1975, en el que se incluyen textos de Víctor junto a otros de Ruth Vargas Leyva, Luis Cortés Bargalló, Eduardo Hurtado, Alfonso René Gutiérrez, Raúl Rincón Meza y Felipe Almada (también pintor y quien posteriormente se enfocó más en la pintura). Ese libro a la fecha es considerado como un parteaguas en la historia de las letras en la región, ya que representa a esta generación que marcó el camino hacia una nueva literatura en Baja California, una literatura que mantenía lazos con la tradición poética mexicana y en la que se mostraba una mayor consonancia con lo que estaba sucediendo en la poesía contemporánea nacional. La mayor parte de ellos se fue a estudiar a la Ciudad de México (Víctor estudió Medicina en la UNAM y posteriormente la Maestría en Letras Mexicanas en esa misma institución).

Sobre Víctor Soto y su anterior libro, La casa del centro (publicado en 2001, por ICBC), Luis Cortés Bargalló escribió: Es poesía que mira de frente a la realidad, que sabe celebrarla pero que cuestiona, desde el rigor y la plasticidad de la forma, la univocidad del sentido y los sentidos. Los elementos de la realidad cotidiana, aunque son una presencia constante, descarada y basta, más que vivir en estos poemas, pareciera abordarlos sitiarlos, dejar su huella ardiente y emprender la fuga.
A quince años de La casa del centro, se da a conocer Arena oscura, libro ganador en Baja California del Premio Estatal de Literatura en Poesía 2014, como una nueva entrega del trabajo de este poeta que continúa su trabajo silencioso y sin mucho aspaviento, pero constante.

En Arena oscura, Víctor nos muestra momentos cotidianos de tránsito en la ciudad física y emocional. Miradas que son instantes en el deambular de la ciudad, como si de pronto el poeta fuera el transeúnte que observa calles y sucesos, y a veces también tomara el cuerpo de los personajes. Personas sin nombre que podría ser cualquiera de nosotros, vistos desde un momento casual del que transita.
Entre la voz poética y el canto breve aparecen, por ejemplo: un pepenador de barba blanca, un ladrón, meseros, un taxista ebrio, un hombre tirado en la banqueta descalzo, travestis, taqueros que conversan al amanecer, el mar, alguien que ve una salamandra, el cantinero, una dama de cabellos rojos que encuentra una carta sobre la mesa, un jardinero, una mujer que sirve café, un hombre que vende boletos. Ellos, entre muchos personajes más, se revelan en instantes como fotografías de un momento efímero. Fotografías que, reunidas, muestran una especie de crónica poética de la ciudad, construida con instantáneas cotidianas en las que emergen sentimientos, brillos del día y de la noche. Sobre todo de la noche. El silencio del cuerpo cruza la noche, dice Víctor en un verso.

Dentro de este escenario, la ciudad está presente como fondo que emerge personaje repetidamente. La ciudad que se queda sola. La ciudad en la que llueve. La ciudad solitaria tras la lluvia. La ciudad tiempo. La ciudad tránsito. Y nos trae Arena oscura, como un documento que atestigua lo que sucede una capa debajo de la corteza urbana, donde están los caballos de la prisa. Capa accesible solamente con la sensibilidad de quien observa a la luz de la poesía. O de quien pide a las tres de la mañana Amores fingidos a un conjunto norteño en la plaza Santa Cecilia.   :)

En este retrato poético de la ciudad, está también presente su vida nocturna, un perro husmeando sangre seca en la yerba, la violencia, los retenes, policías trasnochados. Al azar voy entre puestos de carne asada, retenes y un discurso sabido de memoria, dice en el poema Trámites.

Dentro de esos instantes, hay también momentos cercanos al haikú, no por la forma sino por la mirada, por el asombro y la emoción a partir de la contemplación. En estos textos, el poeta como testigo, mezclando la contemplación de elementos de la naturaleza y la del entorno cotidiano.

En el poema Orillas:

Sobre hojas negras
tiembla la luna

Entre geranios hechizados
un grillo arrulla el agua

Gritan burbujas refulgentes
con sal restauro heridas

Paredes lavo la estufa
de la orilla donde vivimos

En la mesa deslumbra
una naranja.

Al principio, el título del libro evocaba para mí sólo la referencia genérica. Tuve el privilegio de participar en el proceso editorial del mismo, y en una de las lecturas que hice, me encontré con la frase: Se pierde en la espuma de la tarde la risa de un niño y el canto de los músicos. El mar borra mis huellas en la arena de Playas de Tijuana. Entonces se encendió para mí el título. O por lo menos le di un significado más personal: imágenes de esa playa en Tijuana con la que estoy familiarizada desde la infancia, del instante casi imperceptible en el que al dar el paso en la arena ésta se torna oscura por un momento. Pensé en los momentos de la vida que están ahí presentes de forma constante, pero que por ser tan breves pasan desapercibidos. (Hasta que llega un detonador –poema- a hacerlo notar). No sé si a eso se refiera Víctor, pero yo elegí darle para mí ese significado. Ya nos dirá el autor. O cada lector elegirá su propia interpretación.

En estas lecturas que hice del poemario, brilló para mí un poema titulado Solo tus pasos (p. 36 y 37). No pondré aquí el texto para dejar abierta la posibilidad de que alguien tome la recomendación y llegue al texto con curiosidad. Si eso pasa, que lo disfruten.

24.7.17

Mañana, día fuera del tiempo


Mañana, 25 de julio, es el día fuera del tiempo del calendario Maya. Un paréntesis entre fin y principio de ciclo. Un día que utilizaban para purificarse, meditar y reflexionar, para llegar renovados al nuevo año que inicia al día siguiente.
Un día para la creatividad, el juego, la magia, para visualizar, para reunir energía, para la calma. Propicio para pagar deudas, cerrar ciclos, perdonar y perdonarse, reflexionar, hacer una pausa.
El calendario Maya tiene 13 meses de 28 días (364 días); el día que "falta" desde el punto de vista del calendario gregoriano, es este día fuera del tiempo.


14.7.17

"El álbum de las rejas", de Omar Pimienta


La experiencia de cruce: Fronteras que se hilvanan con historias familiares: La vida cotidiana de una persona, de una familia única, pero que puede ser todas las familias en la frontera. Don Marcos de 87 años, viviendo en dos idiomas, con dos nombres y su sentido del humor; expresivo con las manos desde su taller de herrería. Doña Sara, visitas a Disney, recorridos en el freeway, la Libertad, cables que conectan al pasado en este lugar donde la sospecha es parte del engrane que cruje cuando el mundo se mueve. Motores, materiales que vienen y rejas que van, que ponen el recuerdo en colores sepia, o a color, pero con ese desgaste que hoy tienen las fotografías de los setenta-ochenta.
Acompañamos al autor en esta labor de –como él lo describe- detonar un texto a partir de una imagen con la intención de crear una tercera lectura; una entrañable, en la que la vida cotidiana es poesía. Omar, con lenguaje sencillo logra mostrar un recorrido autobiográfico, con imágenes poéticas que brillan entre narraciones del día a día.
En tres apartados ,“La herrería de Don Marcos”, “La invasion paulatina” y “Me gusta dormir en casa de mis amigos”, 33 imágenes e igual número de textos, el autor de forma generosa deja abiertas las puertas de su casa y de su escritura poética desde esa ciudad de paso.
Anécdotas que muestran a una familia que trafica con historias, tejidas en hilos que a fuerza de ir y venir, hilvanan la frontera. “El album de las rejas” pone en evidencia lo porosa de esta frontera y esta barda que parece a veces que tiene filo de guillotina enterrado en el piso, lista para elevarse, pero en el que también habitamos personas y linajes que construimos nuestras vidas en ambos lados. 
La experiencia de cruce geográfico, sí; pero también la de cruce entre la imagen y la palabra. Entre lo que me contaron y lo que viví. Entre lo que viví y lo que vi en una foto y ahora recuerdo. Entre el tipo de cambio a 7.80 x 1, y la noción de que, como dice Omar en uno de sus versos: La madera como la memoria es inflamable.
Recuerdos añejos y presentes. La frontera, sí, pero también la blogósfera, las fiestas, los amigos, un bosque en el que todos los árboles tienen etiquetas con nombres científicos y comunes, en un viaje como esos en los que después de girar con los brazos abiertos y viendo al cielo, caes al piso con la luz de la luna en la vieja cara de niño, para poner la mirada en la puesta en escena infinita.

Además diez razones (no literarias) para leer “El album de las rejas”:
1)     Para recordar que 10 de cada 10 padres morirán en esta vida.
2)     Para recordar los tiempos blogueros y al Rafa. Qué otro? (Rafita, Rafa Saavedra).
3)     Para disfrutar momentos de nostalgia del presente.
4)     Ver a Omar de chiquito en sus fotos.
5)     Para atisbar la porosidad humana de las divisiones geográficas. Recordar que la línea fronteriza la hemos aprendido a ver en los mapas (y que está representada con la barda, pero que la barda tiene agujeros por los que pasa más que aire).
6)     Para querer abrazar a Don Marcos y a Doña Sara.
7)     Para saber que no debes invitar a Omar a una fiesta en tu casa muy tarde.
8)     Para confirmar que los regresos siempre son más cortos / al recuerdo.
9)     Para que te den ganas de caminar por los restos arqueológicos de tu infancia.
10) (Se los dejo abierto, para que ustedes mismos lo lean y encuentren su propia razón para leerlo y releerlo. Estoy segura que encontrarán muchas.)

*“El album de las rejas” fue publicado por Ediciones Liliputienses, de José María Cumbreño.

11.7.17

XV años de mi blog

Pues sí. Son ya 15 años desde que empecé a escribir en mi blog. Rafita Saavedra fue el responsable de semejante cosa. 2002 y yo, desde la sala de cómputo de la UABC abriendo mi blog para hacer en otro lugar lo que ya hacía en mis cuadernos. Mucho mucho ha sucedido desde entonces. A través de mi blog he conocido amigos (Tijuana Bloguita Front y actualizaciones), he encontrado lecturas interesantes, ido a fiestas, me he enamorado, me he decepcionado, todo ha pasado. Sí le ha robado mi atención el face, twitter, Instagram, la maternidad y la "vida adulta". Pero aferrada como soy, aquí sigo.

Felices primeros 15 años
a mi blog que inició
como el árbol
y ahora es á de árbol.
(Y Tijuana cumple 128)