22.11.17

Vacío fértil

Andar la nada. Reconocer el abismo. Asumir el vértigo.
Regresé pensando en el vacío fértil, ese del que hablo, el que toco en terapia acompañando a otros.
Desde fuera lo conozco más que desde dentro. Diría que es de color azul y al principio es poco amable. Diría que es hondo y te refresca de golpe. Que cuando he ido con otros hasta su orilla, ha llegado a salpicarme y he sentido su temperatura.
Cuando pienso en mi historia compartida con el vacío regreso a la mojonera de hace 9 años. Recuerdo el vacío palpitante en el cuerpo. Esa sensación de frío, de tener demasiado espacio dentro, de sentir cómo las propias palabras rebotan y se expanden en un espacio que parece no tener fin.
Mi encuentro entonces fue tajante: afilado y silencioso. Las palabras fueron guillotinas y mi piel el lugar en el que se deslizaron las orillas de la hoja en blanco. Así, sin trazo, se dijo lo que era necesario solamente. Mi espera entonces se alargó lo necesario para saber que yo era la última invitada en esa fiesta y que había ya que recoger las botellas y prender las luces.
Asumir el vacío es habitarlo. Eso aprendí entonces. Eso aprendí cuando pensé en la posibilidad latente de que ese lugar sería mi habitat natural por un tiempo. Fue ahí cuando nacieron nuevos caminos. Tuve que soltar toda opción para ver surgir el milagro.
Hoy, tras la meditación, me reconozco en el portal hacia ese mismo lugar. He escuchado anteriormente cómo rechina esta puerta, cómo se abre o se cierra. Mi voluntad tiene prisa. Quiere hacer fast forward a mi historia, poner en cuadro por cuadro los momentos bellos y alargarlos. Hoy la vida me llama a que sea diferente.
Le tengo miedo a las alturas. Le tengo miedo a aceptarme al centro de ese vacío. Soltarme de la orilla y confiar en el mar y en la corriente. Me gusta la compañía, pero este bosque y esta lámpara no aceptan invitados. No por ahora.
Hoy me doy cuenta que el abismo me llama a recorrerlo, así sin barandal, sin vela, sin otro brazo al alcance. Doy cada paso deseando que esta vez también exista suelo adelante. Aquí la brújula no funciona; los mapas no se alcanzan a ver con esta luz; los celulares no tienen señal. Detrás de la barandilla siento la presencia de muchos seres que me aman, algunos de ellos recién descubiertos. Los siento cerca en esta oscuridad. Escucho sus voces, guiándome con su calidez, con sus miradas confiadas. Veo en ellas que saben que llegaré del otro lado sonriente; que sabré en un momento que todo ha pasado.
Pero estoy ahora de este lado. Con mi lámpara-corazón deseando que este camino a oscuras sea solo un sueño. Y el abismo me responde: esta vez húndete en mí. Esta vez déjate caer así, sin certezas, sin voltear atrás. No me convertiré en sal, dice. No te convertirás en sal, pero sí podrías perderte de la sorpresa, me murmura una voz. Quiero apurar el paso hasta sus manos. Quiero apurar el tiempo y saber que todo estará bien, y respirar a salvo. Pero la vida. Pero la vida y sus planes y su paso y su tiempo. Quiero calcular el rumbo y se oscurece más. Quiero vislumbrar una sombra y el contraste se hace imperceptible.
Luego recuerdo que en esta nueva vida sobran los adjetivos. Que mi cuerpo está cansado de planear los pasos. Me llama el vacío. Y para habitar el vacío hay que recorrerlo paso a paso. Del otro lado te veo. Del otro lado veo que me esperas desde el futuro. Reconozco el espejismo y también el laberinto desdoblándose y pidiéndome paciencia. Respiro. Pido confianza. Pido que se vaya todo lo innecesario. Deseo no desear. Deseo no doler. Cierro los ojos y me veo temblar. Tengo todo el tiempo del mundo. Todo. Y en las manos una lámpara palpitante que respira. Aquí estoy asintiendo. Aquí estoy palabra pronunciada. Extensa deletreada en toda la extensión de mi silencio.

21.11.17

Desde el cielo

Vista desde arriba, la ciudad es una retícula de luces. Desde mi laberinto, a 10 mil metros de altura intento descifrar ese otro: mi espejo allá abajo. Pareciera que sólo habita electricidad en ese plano de circuitos que se conectan. Desde acá no se perciben parques ni personas caminando en las banquetas, ni sus pensamientos repetitivos; desde acá la ciudad es sólo brillo y oscuridad.
Pienso en mi libreta y en todos los planes que guarda. Bastaría que algo fallara en este equilibrio perfecto para que todo terminara. Agradezco que este azar que no busco comprender decida mantenerme viva, o eso que llamo estar viva.
Vista desde arriba, esta ciudad son también posibilidades; caminos posibles que se expanden hasta donde me alcanza la vista. Cuántas veces he visto este ángulo del mundo! Cuántas miradas diferentes me ha permitido la vida tener desde este mismo cuerpo!
He tomado una maleta en mi mano para subir a un avión de todas las formas posibles: enamorada, apurada, triste, emocionada, tranquila, asustada, agradecida, plena, curiosa, acelerada, harta, alegre... Ha sucedido todo. Antes y después de esta escena ha habido bosques y desiertos, literalmente. Ha habido carreteras hacia la compañía y hacia la soledad; hacia muchos grises contínuos e intermitentes. Mi curiosidad es un ser que alimento como si fuera el guardián de mi puerta, con la única llave. Aún así, también reconozco en mí esa mirada única que en esta época quiere comer todos los días caldo de pollo sin hartarse.
Y llega la noche desde la ventanilla de un avión que me muestra la ciudad, las ciudades, desde su inmenso brillo. Las ciudades-espejo que me cuentan sus historias, que me comparten sus íntimos detalles como si se tratara de una conversación de esas que suceden en los sueños. Respiro. Acá sigo, partícula de algo que viaja en un aparato que vuela.

19.11.17

¿a dónde van las palabras?

¿a dónde van las palabras que no se dicen? leí que tanto las palabras pronunciadas como los pensamientos se quedan flotando por el universo, creando realidades. si en estos días mis pensamientos andan por ahí flotando me gustaría alcanzarlos. tal vez para observarlos mejor. para darles la oportunidad de existir más tiempo; para volver a verlos sin sentir que se trata de historias remotas, que tal vez serían posible en un universo paralelo. pero esta historia no quiero que exista sólo en palabras. ¿qué pásaría si esta vez me salto el poema? ¿podrá materializarse de otra forma que no sean palabras? tengo muchas preguntas. y ninguna respuesta para esto (todavía).
el otro día dije por escrito que la poesía es mi idioma clave. recordé que es mi idioma clave; creado con fines de utilidad, continuado con todavía no sé que fines. tengo sueño. supongo que aquí es donde pongo final a esto y le pongo "publish".

5.11.17

Come rain or come shine

Es curioso cómo la música puede crear túneles del tiempo. Hace casi 10 años que no escuchaba esta canción, que me encantaba. Ahora la encuentro y me viaja a ese tiempo, a la que era entonces.
Tiene mucho sentido topármela ahora, libre de todo significado de los años más recientes.
Escucharla y sólo dedicármela, tan cursimente pero verdaderamente. A la que fui, a la que estoy siendo. Después de todo aquí estoy y estaré conmigo, come rain or come shine.




4.11.17

Así

Qué pasaría si: 
-lograra verme justo al inicio de ciclo.
-me acompañara en los pensamientos sucesivos.
-optara por confiar y no dar ni un paso (dejar que las cosas sucedan, le llaman).
-optara por abrir los ojos con autocuriosidad científica.
-aceptara los resultados sean los que sean, desde el principio.

La paz-ciencia es un camino poco conocido para mí, que estoy acostumbrada a hacer. Peeeero esta vez me parece adecuado y congruente. En otras palabras: me da la gana poner mi mundo al revés. Así de (fácil). Coloque usted la palabra que más le acomode en esta frase.

Vivir es una especie de locura que la muerte comete


Vivir es una especie de locura que la muerte comete, dice Clarice. Yo, quien a mis 39 aprendo a cuidar por primera vez una gardenia, sólo puedo asentir; entre mis dedos está el libro que embona perfectamente con mi respiración esta noche. Hay páginas que son espejos, palabras reunidas que reflejan de forma más precisa que cualquier fotografía una expresión facial. Léase: mental, emocional, espiritual, corporal. Las letras como espejos es una de las tantas locuras que la muerte comete en esta vida. 
Si no tuviera entre mis ideas más visitadas una noción lineal de tiempo, aseguraría que recientemente volví a llegar a este mundo. La vida ya me dio todo lo posible a manos llenas en un sentido. Escucho la maquinaria de la vida girarme unos grados, ponerme como vaso volteado ante la novedad de lo desconocido. Me veo una vez más aprendiendo a dar pasos en días que requieren de mí una atención desde mi centro. La vida responde de inmediato y no acepta menos, ni un poco menos. La vida responde de inmediato y sigue dando a manos llenas en este nuevo ¿capítulo?. En éste no valen las explicaciones ni las ganas de ponerle orden a las ideas; soy un algo sucesivo dentro del instante es lo más cercano que tengo en palabras para englobar la aferrada e innecesaria idea de describir(me).
Los sentidos me volvieron al cuerpo. Nuevas sensaciones corporales me hacen sentir la novedad de mi movimiento, mientras hago como si fuera un día más, mientras saludo con un hola o digo o escribo buenas noches. Entiendo que esas frases que repetimos los humanos hasta el cansancio, sin sentir cansancio, son anclas de lenguaje que nos aterrizan a la vida, que nos llevan a sentir que una cosa sigue de la otra. Y está el sol y la luna con sus ciclos, dándonos algo qué contabilizar para que exista la noción de que "avanza el tiempo". Para reforzar, están los dobleces microscópicos que se van haciendo en el cuerpo, señales de la repetición de movimientos. Y las voces de otros que con sus historias nos jalan los sueños hacia el mismo plano. Supongo que todo eso tiene algún sentido de alguna forma.
Vivir es una especie de locura, sí. Cambiar de planes radicalmente también lo es. Si los deseos reflejan mi ser en este mundo, su transformación cambia mi eje de rotación, el ritmo de mi respiración, las acciones, palabras y pensamientos que me hace ser una campana vibrando y emitiendo sonido.
Y esta parte de la locura llega con nuevas obsesiones. Con tantas ganas de estrenarme en las primeras veces posibles que tenga a la mano. Así decidí aprender a cuidar una gardenia. Quiero tocarlo todo, probarlo todo, sentirlo todo, olerlo todo por primera vez. Quiero escribirlo todo. Esta vez ver(me) detenidamente ante las letras como lo haría mi sentido de la vista frente a un espejo. (Me) veo con los ojos cerrados, confiando.  Contra todo autopronóstico, aquí estoy escribiendo y respirando profundo, haciendo acuerdos internos que hagan detener un rato mis pensamientos; dejando de hacer para ser alcanzada por lo que llamo mi propio cuerpo, por lo que llamo mi voluntad, por lo que llamo mi voz.  
Que las letras sean parte de todas mis vidas pasadas y futuras. Eso y mi cuerpo vibrando. Que mientras la muerte apueste por la vida, aquí me encuentre loca loca por vivirlo todo.